viernes, 31 de enero de 2014

Pasando de dar lástima

Con esto de la crisis muchos hemos tenido que buscar una solución para no quedarnos estancados en la improductividad. Otros no. Muchos han encontrado una solución a esa imposición y muchos otros todavía ni se lo han plateado mientras comen la sopa boba.

Todos le echamos la culpa de esto a los políticos corruptos que no han sabido poner remedio a la situación actual de desempleo por falta de la creación de trabajo y demás. De este modo hoy en día quien mantiene o encuentra un trabajo parece un afortunado comparado con el resto. No te digo ya si gana más de mil euros...

Ahora la sociedad se echa las manos a la cabeza cuando se da cuenta de los escándalos que, últimamente y cada vez más a menudo, están saliendo a la luz. De los privilegios y beneficios para los que deberían estar sirviendo al pueblo además de los de sus familiares y allegados.
Pero esto no ha llegado a ser así de la noche a la mañana. Ni en una, dos o tres legislaturas. Esa gente ha sido capaz de llegar a conseguir eso porque algo en los organismos reguladores llevaba fallando y posibilitándolo muchos años. Ha fallado desde un punto de vista democrático, y ahora los que han sacado los pies del tiesto, no han podido evitar que se haga público. Pero eso es otra historia que a mí me queda demasiado grande.

De lo que yo quiero hablar es de algunos de esos que están fuera porque no les queda otra.
Llegar a dar ese paso, para quién más y para quién menos, es difícil, lo que lo convierte en una actividad muy loable.
Lo que no entiendo es porqué algunos se empeñan en hacer tan notorio nada más que la parte difícil de ello. Hace poco vi el vídeo "la sorpresa" que está dedicado a todos los que están lejos. Ya se sabe que dejar a tu familia hasta la próxima visita es duro y que hace que los implicados se emocionen. 

Pero no todo son lágrimas amargas en despedidas que se sabía iban a sucederse. Ahí no habla de las razones que hacen que la protagonista en este caso se vaya tan lejos, que posiblemente sea un sueldo o experiencia laboral mejor que la de sus amigos los que se quedaron. Tampoco dice nada de lo enriquecedor que es viajar y conocer y vivir en sitios diferentes a lo que estamos acostumbrados. No dice nada de la cantidad de gente que habrá conocido, la cual habiéndose quedado en casa no hubiera podido conocer.

Aunque la forma de actuar de muchos de los mandatarios de nuestra economía y la política sea repudiable, este expatriado se niega a reconocer que su experiencia, a pesar de todo, es triste y amarga. Porque hagamos lo que hagamos siempre habrá cosas buenas y cosas no tan buenas.


Así que ya que es así, sería mejor dejar de quejarse y seguir actuando para hacer posible el cambio del que tanto se habla. Porque sólo quejándose nunca se cambiará nada. Y si no nos ponemos manos a la obra, podremos seguir quejándonos otros cien años que todo seguirá igual pero con distintas personas; los que están bien, ajenos al resto. Y los que se lamentan, en el agujero.

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